Capítulo 4.
Y ese día notaba que la iba a ver no sabía cuando ni dónde, lo único que podía percibir era que la vería. Pero, a pesar de haber estado días enteros preparándose para decírselo, no sabía si iba a ser capaz de hacerlo. Se vistió con la ropa que más le gustaba a ella, se arregló su pelo liso y sedoso aún sabiendo en la manía que tenía ella de despeinarlo, se puso las converse blancas y se dirigió a la calle antes de salir se pensó si coger su moto o no, pero decidió no hacerlo por si la veía por la calle. Dio un largo paseo y nada, no era capaz de encontrársela se imaginaba que estaría estudiando pues sus exámenes se acercaban, pero se encontró con una sorpresa al pasar cerca de su casa la vio salir corriendo del portal, llorando y asustada; no se lo pensó dos veces y echó a correr detrás de ella. Gritaba por su nombre pero ella no era capaz de oírlo, llevaba los cascos puestos. Después de unos diez minutos corriendo detrás de ella, logró alcanzarla y ella cuando lo vio se cayó en sus brazos. Él la siguió abrazando a medida que caminaban, hizo que se sentara en un banco y cuando ella estaba más calmada le preguntó que le pasaba mientras le acariciaba la cara. Ella le contestó con una tímida sonrisa- por favor no me preguntes solo abrázame. Él lo hizo, y así estuvieron durante una hora ella llorando en su hombro y él le acariciaba su pelo rizado y apenas desenredado. Ella le dijo: Acabo de llegar a casa que estuve estudiando en la biblioteca y cuando entre´por la puerta me encontré a mi padre tendido en el suelo y mi madre al lado llorando, no sé que ha pasado pero...- decía entre sollozos- no puedo entender por qué tan derrepente, a demás tu mejor que nadie sabe como era mi relación con mi padre, podías hablar con él de cualquier cosa, le podía contar absolutamente todo y siempre tenía ese sonrisa en la cara, aunque sacara notas bajas nunca me reñía me ayudaba a esforzarme más, era tan absolutamente genial ¿y ahora?. Él no supo que contestarle y lo único que salieron de sus labios fue: te quiero y siempre estaré aquí en lo bueno en lo malo. Ella se giró le dio un beso en los labios y a continuación le dijo: gracias.
El funeral transcurrió como los demás, con lloros, palabras llenas de sentimientos y con alguna que otra anécdota graciosa de aquel hombre. Él no se separó ni un segundo de ella, siempre la tenía agarrada de la mano y cada vez que sus miradas se cruzaban él le sonreía de manera tímida pero no era fácil hacerlo en aquella situación. Las semanas después de la muerta de su padre, él estuvo con ella todo el tiempo que podía
animándola y siempre le decía: sigue hacia delante porque tienes muchas cosas por las que seguir viva, tienes buenos amigos, un futuro académico brillante, y tu madre te necesita más que nunca y no puedes venirte abajo ahora. No habían vuelto a hablar de aquel beso ni de aquella tarde, pero él tenía la esperanza de hacerlo de decirle todo lo que sentía porque sabía que más que nunca necesitaba oír todas aquellas palabras llenas de sufrimiento reprimido y amor.
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