Hay días que cuestan más que otros, desde que te levantas notas cómo todo cuesta más, cómo que es más difícil seguir adelante y llega la noche y te acuestas con las misma sensación de qué no va a dar acabado el día.
Pero lo peor no es ese día en concreto, lo peor es cuándo se acumulan los días y día tras día la cuesta aumenta y es muchísimo más difícil llegar arriba. Miras hacia atrás y parece que no avanzaste nada y miras lo que te queda por subir y lo ves imposible. Y te paras y te preguntas ¿qué hago ahora, sigo o me rindo? Pero te paras a pensar y no eres capaz de tomar una decisión que te acabe de convencer y buscas una mano que te ayude a mantenerte de pie, ni para subir ni para bajar sólo para mantenerte de pie. Pero no aparece, nunca aparece nadie dispuesto a darte una mano a ayudarte a seguir ahí, firme. O quizás si, pero estás tan perdido y asustado que no lo ves y lo único que haces es llorar, volver a llorar y seguir llorando hasta que algún día no puedas más y acabes decidiendo si subir o bajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario